El rayo de tu sonrisa iluminó las sombras donde me
encontraba. Me ayudó a abrir los ojos y comenzar a caminar contagiada de tu
sonrisa.
Pero ese rayo duró lo que tardé en dar dos pasos hacia ti y como
ráfaga de viento desapareció tu luz que comenzaba a marcar una dirección
distinta.
Tu sonrisa era bella, tu mundo apetecible. Mi mente acorde y
tu vida el perfecto misterio. Aún así te fuiste.
¿Será que las alas que busco todavía no crecen en ti? ¿Será que
las miradas de ojos con diferente color aún no llegan al mundo donde habito? ¿Será
que los cuentos se quedarán en historias ficcionadas nacidas del viento
empujando hojas secas, marchitas, caídas y revueltas con tierra y basura,
permanecerán para siempre vedadas?
Continúo en las sombras, donde el frío comienza a dar calor
junto a las rocas, antiguas y mudas, que empiezan a cobijarme con sus
sensaciones ajenas como principal compañero de viaje en esta cueva en donde a
kilómetros la ausencia de un nuevo rayo se hace presente, aplastante.