Tendida en la cama del tapanco que es el cuarto de Atena,
algo oscuro y con las paredes destellantes de luz neón y fluorescencia en los
dibujos góticos en los que de vez en cuando pierde el tiempo, Kal movía sus
caderas encima de ella. La cabeza de Atena colgaba de la cama y con los
vaivenes de su cuerpo, el mareo y la excitación provocaban que el largo de sus
uñas se clavara en la espalda de Kal.
Al notar movimiento en la entrada de su cueva, Atena giró la
cabeza y descubrió un brazo abriendo la puerta de la entrada. Comenzaron a
desfilar dentro de su morada cinco de los que hubieran pasado por cualquiera de
sus amigos que normalmente la visitaban. Sin embargo, del grupo de largas
gabardinas negras, botas oscuras, atuendos de cuero y delineador en los ojos, sólo
reconoció a uno.
Callada, miró a Russ entrar con esos cuatro desconocidos. La
escena despertó las fantasías que miles de veces había reproducido en su mente
para las ausencias de Kal; y recordó todas las veces que en su cabeza miraba a ese
hombre tomándola de la cintura y penetrándola con fuerza.
Los 5 estuvieron en un momento al pie de la cama de negras
sábanas sin que Kal notara la interrupción hasta que lo rodearon como
custodiando y observando la escena. Kal levantó la cara mirándolos, desafiante.
A pesar de ser corpulento sabía que no podría con ese grupo. Sin despegarse de
Atena se incorporó un poco y miró a su alrededor. La ropa de uno de ellos ya
estaba en el piso y éste se acercaba hacia el trasero de Kal que estaba al
aire.
Al anticipar la escena, Kal se incorporó sin despegarse de
la cama donde Atena seguía acostada y desnuda, limitándose a observar con más
ansias que miedo. Los otros cuatro se apresuraron a sujetarlo de los brazos y
apartarlo de la cama, sólo lo suficiente para que Russ tomara su lugar dentro
del cuerpo de Atena mientras Kal observaba forcejeando con sus opresores.
En el sillón que más parecía trono de la edad media que una
pieza de reciente fabricación, Kal se vio atado, obligando a mirar cómo Atena
disfrutaba con los movimientos de Russ. Los gemidos de ambos se mezclaban en
perfecto unísono haciendo evidente que ambos lo gozaban.
Después de que la estrecha Atena se acopló al arma con que
fue asaltada, uno de los 4 que sujetaban a Kal removió su gabardina de piel
vistiendo tan sólo unas enormes botas negras. Lentamente se acercó a Russ,
quien seguía penetrando a Atena con más fuerza con la que Kal la había poseído
nunca. El tipo de las botas se inclinó, lamió su mano untando saliva en su miembro
y comenzó a penetrar a Russ. Al sentir que un falo lo llenaba, éste comenzó a
moverse más violentamente. Los tres cuerpos se agitaban frenéticos en una
sintonía salvaje de gritos y rugidos mientras el sudor se escurría hasta
empapar el oscuro lecho.
La eyaculación de Russ por fin llenó las entrañas de Atena y
disminuyó el movimiento. Las botas que seguían dentro de Russ aún no
encontraban satisfacción, por lo que lo miró como pidiendo su aprobación y
después de un arqueo de ceja de Rus, éste sacó los 20 centímetros que disfrutaban
en el ano del que parecía su jefe, tomó a Atena por la cintura y la colocó en cuatro.
Sin chistar se fue encima de ella introduciendo todo su falo de un golpe.
En el cuarto se oyó el gemido ahogado de Atena, sin embargo
Kal notó que su chica movía sus caderas desde el primer momento a pesar del dolor
que pudieran causarle esos 20 centímetros que ahora la hacían dirigirse al
orgasmo.
Las brutales embestidas del enorme tipo de botas despertaron
el instinto animal de Atena quien claramente se transformó en un animal que gemía
y se convulsionaba al sentir el falo que la penetraba. Ella se aferraba a su
espalda mordiendo, clavando las uñas, arañando y con una expresión perdida en el
placer reflejada en su rostro.
Con un movimiento rápido, él se levanto de la cama y jaló a
Atena hacia él. La levantó de la cadera hasta su cintura y la volvió a penetrar
mientras ella lo rodeaba con sus piernas. Bastaron unos cuantos movimientos más
para que Atena se corriera mordiéndole el cuello a un hombre que jamás había
visto y la había poseído como nadie.
Después de ver su orgasmo el tipo la soltó y ella cayó al
piso. Al levantar la cabeza vio ese enorme miembro apuntándole a la cara
mientras él se masturbaba con los músculos tensos esperando venirse. Le ordenó
a Atena que abriera la boca, ella obedeció sin chistar y recibió los chorros de
semen caliente con su lengua. Cuando el baño acabó, Atena se acercó a lamer y
limpiar los restos blanquizcos en el falo que tanto placer le causó.
Cuando terminó, recobró la conciencia de su alrededor. Kal
la miraba reflejando el dolor de la traición en su rostro. Russ estaba
complacido. Sentado en el piso del cuarto, recargado en la pared. Vistiendo una
larga gabardina de cuero y fumando un cigarro. Se levantó y desató a Kal, quien
lo miró con algo más que rabia. Esperó a que las cuerdas que lo sujetaban cayeran
lentamente a su alrededor y aún desnudo, lanzó un puñetazo a la cara de Russ.
Éste retrocedió por el golpe y los cuatro guaruras corrieron a detener a Kal. Cuando
estaba a punto de recibir el primer puñetazo, Russ ordenó que lo dejaran libre.
Kal se levantó, cogió su ropa y caminó hacia la escalera. Se detuvo un momento
frente a Atena, que se hallaba de pie junto a la cama, desnuda, sudada, con el
semen de dos hombres escurriendo en su cuerpo. La miró un instante y siguió su
camino.
Mientras el tipo de las botas se cerraba la gabardina, Russ
se acercó a Atena.
-Eres una putita-.
Alguien le puso una pesada capa roja y los cinco salieron de
la casa. Una vez afuera, Kal observó como Atena subía de la mano de Russ a una enorme
camioneta negra y lujosa. Jamás los volvió a ver.
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