14 ene 2014

De viajes entre sábanas



Él envuelto en la delgada sábana que cubre la cama, respira aún agitado por el esfuerzo de explotar y en un segundo volver a nacer en el cuerpo de ella. Ella recostada junto a él, mira el techo. Lo mira, sus ojos están cerrados. Ella va hacia el buró junto de la cama y coge su celular.

Abre aplicaciones sin mirar. Avanza entre publicaciones sin sentido. Se detiene en una. La foto del perfil, no la publicación. Unos ojos brillantes resaltan. Opacan todo lo demás.

Él, con la respiración menos agitada, voltea y la mira. Ella no lo nota y continúa mirando la foto. La amplía para grabarse esos ojos en la memoria. Sin moverse afirma: “me gusta. Mucho”. “¿Porqué no estás con él?”, le pregunta. “Porque tiene los 3 puntos que tienen los hombres que me gustan: vive lejos, tiene novia y no le gusto”.

Él la abraza. Comienza a besar su cuello. Ella deja el celular en el buró y mientras él la sube sobre su cuerpo ella le murmura en el oído: “De Puebla sólo conozco bien tu cama”.

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