Te vistes de azul para opacar el cielo.

Al final decides colgártela como lápida, castigándote por los pensamientos que no siempre salen de tu boca, intentando proteger a aquellos a quienes les importa si vives o mueres...
Al final es sólo una parte. El mounstro. El que se guarda todos los días y se agazapa de un salto a la realidad cuando las sombras así lo requieren. Las sombras. Los reflectores. Lo que sea que la luz no pueda albergar.
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