El viejo discurso abrumador y avasallante del líder sindical
exaltando a las autoridades que coadyuvan con el buen funcionamiento de esas organizaciones
que lejos de proteger y ayudar a los trabajadores, que fue para lo que fueron
creados los sindicatos, se han convertido en una basura que conjunta las
personas más corruptas de cada gremio para confabular y obtener beneficios a
costa de amistades y presiones políticas.
No sin olvidar el refrendo de la autoridad en turno quien
aún tiene el descaro de estar orgulloso de la frase “amigo de toda la vida” de
una horrible persona que lleva su vida y la de los trabajadores que representa
por los senderos de la corrupción, “porque lo conoce desde que nació”. ¿No es
esa la mejor prueba de que quienes gobiernan son los mismos que meten a sus
amigos, compañeros de farra y quienes les harán el camino más fácil para
colocar lo que se tenga que colocar a nivel autoridad de la forma más favorable
para sus intereses?
Lo que más duele son cada uno de los aplausos de los
sindicalizados, de esos que van todos los días a trabajar y que se conforman
con algunos beneficios que los de hasta arriba les arrojan como migajas para
tener seguro ese capital político para cuando les sea útil para las
negociaciones.
Me duele en el alma cada una de esas palmadas que da la
gente festejando la propia estupidez y la ventaja de los que sostiene arriba. Me
lacera intenso la idea de que les mientan a la cara, con prácticas tan viejas, de
la manera más simple, y que a nadie le importe.
¡México despierta! ¡Veracruz despierta! ¡Xalapa despierta!
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