4 may 2014

Carta al espejo jaguar

Cuando me encontraste era apenas una cachorrita. Siempre jugamos con violencia y a ella me hice adicta. Y heme aquí, jugando el mismo juego de hace años...



Tu y yo. Siempre intenso. Siempre caótico. Siempre violento. Tan ajenos y tan iguales.
La violencia prevalece. Nos hace extraños. 2 minutos después recordamos, en aras del tiempo?, que nos queremos. Un abrazo un "tequiero" a regañadientes, pero que viene del corazón.
No es en aras del tiempo nada más. No conozco la razón, puedo especular, pero sí. Te quiero.
Te quiero porque nos parecemos. Porque somos violentos, intensos. Te quiero porque compartimos. Porque en este mundo la gente ya no permanece, se abandona.
Qué otra cosa seríamos si no fuéramos lo que somos? Seríamos el guerrero cholulteca capturado por españoles y obligado a arar la tierra para cosechar el tributo a un idiota barbado que vino del mar. Y ya sabemos el desenlace de eso...
Te quiero por compartir la fuerza. Por compartir la idea de lo que es el honor y la justicia. Por mantenerlo y vivir así.
Te admiro más de lo que te lo he dicho. Siempre ha sido así. El tiempo sólo ha venido a sellar y perpetuar esa admiración.
Con lágrimas en los ojos, tan fuertes como las que provoca la casa de unos hermanos que se batieron por hacer lo que consideraban correcto, te pienso entre nubes y montañas. Y repaso el sentimiento, ese que a pesar de las distancias y los tiempos, los desacuerdos y los egos, nos mantiene unidos.
Definenos. No es posible. No hubiéramos funcionado pero nos queremos y es con lo que me quedo. Una vez al año tu mirada sobre mi.
Gracias por ser ese espejo, enorme, fuerte, del que nunca he dejado de aprender, aunque mis formas aún tengan que evolucionar mucho para dejar de lastimarte.
Te dejo un beso eterno y las eternas gracias de tu mirada y tu corazón.

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