Una tan breve que ni cupo por aquí. Una tan fuerte que tenía que aparecer. Una que será difícil sacar del baúl a donde van las cosas que te importan y que ya no puedes vivir...
Un rayito de luz apareció de repente, diferente a todo lo anterior. Venía con tanta fuerza que me hizo retroceder un instante. Al dar ese paso atrás lo miré bien, ya de cerca, y vi lo hermoso que era, lo enorme de sus intenciones y lo bien que me hacía sentir.
Después de la miel que dejan las primeras 180 lunas un temblor sacudió la catedral azucarada bañada en plata de las promesas hechas.
Todo se derrumbó y aún busco los pedazos de las firmes paredes que vi alguna vez, tal vez para convencerme de que fue real y no sólo un sueño creado por mi mente como una personalidad diferente que lidia con lo que yo no puedo.
Ese rayito de luz, hoy lejano, alumbró y dio calor más que nada antes...
Ojalá no haya sido un sueño y como movimiento de rotación, regrese y continúe alumbrando con su dorado resplandor engalanado con la plata en su cuello y en sus manos...
