23 mar 2013

Se prende la Cumbre Tajín



La casa de la tierra me recordó lo que ya sabía; lo que he sabido desde hace algunas vidas. En par, recordé lo que era la vida cuando todo existía y era pleno. Lo que ahora siempre se nos olvida, vivir. Agradecer. Amar.

La casa de la tierra regresó a la tierra. Las llamas se alzaron, rápido la consumieron.

Corrí, me detuvieron. Miré al cielo. Las llamas acariciaban los cables de alta tensión que rodeaban el parque. Entendí que no debía estar ahí. Me alejé, y miraba a la gente curiosa. Igual que yo hacía unos segundos sin darse cuenta del peligro que existía.

Algunas cervezas en la mente del público nublaban su visión y minimizaban lo que no pasó.

Quienes deberían explicar o ayudar, avivaban más el temor y el desconocimiento de las personas.

Nadie estaba preparado. Ni el gobernador, que de la entrevista de la tele salió corriendo. Para informarse de lo ocurrido, supongo.

Miré la casa de la tierra que me había refrescado la memoria hacía solo un par de horas, ardiendo en llamas, desplomándose, sin poder acercarme o evitarlo.

La tierra es tierra y a ella regresa. Gracias Tajín, gracias tierra, gracias tutu nakú por las enseñanzas del día y por los 3 segundos de consciencia cuando más los necesité.

Memories


Siempre pensé que estábamos conectados.

Desde el instante de nuestra iniciación. No sabíamos a ciencia cierta que pasaría o qué estábamos haciendo, pero al salir, cuando nos entregaron nuestros morrales y nuestros fajos me di cuenta que eran iguales. 7 años después, junto con mi hermano, somos los únicos que seguimos juntos, frecuentándonos, compartiendo. 

Después de juntos tomar la lección para recordar lo que somos en la casa de la tierra; y llegar con la emoción del juego nocturno de pelota encendida, recordé.