12 nov 2020

Segundo mes...

 Mi bebé cumple hoy dos meses. Me despertó pidiendo lechita. Lo acerqué a mí y acostados, comenzó a tomar. Le acaricié su pelito, su cabecita. Cada vez que lo hago, recuerdo la primera vez que lo hice... Eran las 9:45 de la mañana del 11 de septiembre de este año dos mil veinte (2020). Iza, nuestra partera, me animaba a seguir. -Ya está aquí, estoy viendo su cabecita! Quieres sentirla?-

No lo dudé. Estaba parada, recargada en la cuna con la pierna arriba de mi cama. Como pude, me doblé para sentir su cabecita saliendo de mí. La sentí húmeda, tibia. Sentí su cabello, sus huesitos.

Es mi segundo parto, uno ya sabe que los huesos de la cabeza de un bebé se sobreponen para hacer su cabeza más angosta y que pueda pasar por el canal de parto. Pero una cosa es leerlo, que te lo expliquen, que tu cerebro lo entienda. Y otra cosa es sentirlo. Sentí los huesitos de su cabeza superpuestos, listos para terminar de salir. Para nacer y respirar esa bocanada del primer aire limpio que respiró en su casa, junto a su papá, saliendo de mamá.

Kairós nació un viernes. Desde que nos enteramos que estábamos esperándolo, supe que quería que este embarazo y sobre todo, este parto, fuera diferente al anterior. Arael, mi hijo, el mayor, nació en el Hospital Regional de Veracruz, en donde recibí un alto nivel de violencia obstétrica desde el primer momento en el que entré. 

En este 2020 en el cual, desde los primeros meses del año fuimos obligados a cambiar la forma en que vivíamos, y durante todo el año hemos tenido que transformar nuestras rutinas, hábitos y formas de vida, no me emocionaba nada parir en un hospital. Desde mi primer embarazo había querido tener una partera conmigo para el nacimiento de mi hijo; así que tratamos por todos los medios, que una partera me asistiera el día del nacimiento. 

Debo confesar que usé de pretexto la pandemia para comentarle a mucha gente que quería una partera.

Es ridículo que a estas alturas de la vida de la humanidad, se siga satanizando tanto algo tan natural como el parto fuera del hospital y con una partera. Tuvo que pasar una pandemia tipo la peste, para que algunas otras mujeres, y algunas con miedo, debo decirlo, pensaran en la posibilidad de buscar una partera como una verdadera opción para su parto. 

En mi caso hubo mucha gente a la que no le gustó mi idea. Mis papás, incluso, tenían muchas reservas al respecto; y creo que mi abuela hasta se sintió orgullosa de mí. Ahora tengo un trabajo que me brinda seguridad social, así que dentro del pretexto de la pandemia podía decir que en caso de que hubiera alguna complicación, podría ir a un hospital. Lo cual era algo que a toda costa intenté evitar. Pero como ya había oído mucho ese discurso (desde su miedo, debo decirlo) también quise evitar el estar explicando mis razones y sobre todo, mi felicidad al respecto. 

Cuando comencé a buscar parteras no localicé a muchas que estuvieran cerca de mi ciudad, y otras me dijeron que sólo asistian partos en su domicilio, en otro municipio. Recuerdo que en mi parto anterior iba muy incómoda en el carro con las contracciones, camino al hospital, así que salir a carretera no me pareció una opción.

Desde la primera búsqueda que realicé, el nombre de Iza se repitió miles de veces. A mí me gusta tener diferentes opciones, así que quise buscar algunos otros contactos además del de Iza.

Por la mitad de mi embarazo, una amiga muy querida, Magaly, me compartió un artículo de otra chica que había tenido a su bebé en plena pandemia, con todo el sistema en su contra, con una partera y en casa. Se trataba de Iza. Para mí fue como una señal y desde entonces me decidí por buscarla a ella.

Hablamos un par de veces pero yo seguía dudando que fuera posible debido a que con la incapacidad, mi ingreso se había reducido a menos de la mitad. Mi esposo se quedó sin trabajo casi desde que empezó la pandemia y no había encontrado trabajo, por lo que la situación económica era bastante complicada.

Para la mitad del embarazo, estaba a punto de perder la esperanza de, no sólo tener a mi hijo en casa y con ayuda de una partera. Un día, Magaly me escribió. Me dijo que había platicado mi situación con otros amigos y habían decidido aportar cada uno algo de dinero para contribuir a pagar por el parto. El día que Magaly me lo dijo, lloré. Así como lloré cada vez que recibía el mensaje de uno de ellos. Mis amigos me dieron una gran lección y gracias a ellos, mi hijo pudo nacer en casa y lleno de amor de personas que tiene mucho que no veo. En mi cabeza no cabía una posibilidad así y con este gesto enorme para mí y m familia, mis amigos rompieron una estructura muy arraigada en mi cabeza.

Con este empujoncito, nos fuimos con todo para preparar el parto en casa. Íbamos de a poquito porque a veces sólo nos alcanzaba para lo básico y teníamos que esperar a la quincena para ir comprando lo que Iza nos había pedido que tuviéramos disponible.

El jueves, m esposo y yo nos dormimos tarde hablando de los niños, de lo que pensábamos de este embarazo y de que dentro de poco, Kairós llegaría a nuestras vidas. El viernes cumpliría las 40 semanas y como no daba señales de iniciar el trabajo de parto, hicimos planes para, justo el viernes, ir a comprar las cosas que nos faltaban.

Recuerdo que en la madrugada quería levantarme al baño pero estaba tan cansada que me volví a quedar dormida. Cuando mi cuerpo hizo concencia de que no me había podido parar, me volví a despertar. Me senté en la cama y la sentí mojada. Desperté a mi esposo. Como que aún no estaba bien despierta y no entendía bien qué había pasado. Me paré y seguía goteando. Fui al baño y salió aún más líquido. Me bañé y ya con un poco más de conciencia entendí que había roto fuente.

Arael duerme en la misma recámara con nosotros, así que mi esposo cambió las sábanas de la cama casi a oscuras. Salimos a la sala y grabamos un pequeño video para Kairós con las últimas imágenes de él adentro de mamá.

Con el tiempo, las contracciones se fueron haciendo más fuertes. Estábamos cansados y al menos mi esposo pudo dormir un poco. A las 5 de la mañana decidimos llamarle a Iza para avisarle y aunque ella me decía que durmiera, las contracciones no me dejaban.

Amaneció y Arael tenía clases virtuales. Lo desperté y le expliqué que su hermanito ya iba a nacer pero que él tenía que tomar su clase y que los abuelos lo iban a ayudar. Se arregló y mis papás pasaron por él como a las 8. Estaba muy emocionado. Llevaba una semana diciéndole a su maestra que estaba feliz porque su hermano ya iba a nacer.

Pasadas las 9, sentía las contracciones muy fuertes. Pasaba de la sala a la recámara, al baño, al pasillo, la barra. Ya no me acomodaba en ningún lugar. Por fin pude acomodarme mejor recargándome en la cuna, que sería su camita, junto a mi cama.

Llevaba ya unas horas de trabajo de parto, estaba cansada, no había dormido casi nada. Tenía sueño, hambre; una combinación no muy buena para mí. (Siempre me pongo de malas). Había vomitado ya tres veces, además de las contracciones ya muy fuertes.

Iza venía en camino y yo ya no aguantaba. Por un segundo pasó por mi mente irme a un hospital y pedir una cesárea, pero (de alguna forma) me puse a pensar en que podría soportar un rato más de dolor para que mi hijo pudiera completar la misión de nacer. Lo cual le traería (a él y a mí) muchos beneficios (además de todos los contras que ya había establecido durante todo el embarazo para no ir a un hospital). Afortunadamente, ya había hablado de esto con mi esposo y lo oblgué a prometerme que no importara lo que dijera, no me llevaría, por nada del mundo, a un hospital (sería algo de lo que me arrepentiría por el resto de mi vida!)

Justo cuando pensaba esto, vino la siguiente contracción y sonó el timbre. Era Iza. Mi esposo salió a abrirle y los oí entrar a la recámara cuando estaba por terminar la contracción. Iza me decía que me movera, que me tenía que revisar. Yo ya no podía moverme sola. Estaba como ida. No sabía qué había a mi alrededor. Después Iza me dijo que al verme, supo que "ya me había ido a por mi bebé". Ya no estaba ahí.

Esa contracción fue diferente para mí. Sentí como que algo se abría dentro de mí, no sólo en mi cuerpo, y me dediqué a hacer todo mi esfuerzo para ayudarle a mi hijo a nacer. Iza seguía diciéndome que me moviera para revisarme. Le dije que no podía moverme y entre ella y mi esposo me ayudaron para subirme a la cama y recargar mi cuerpo en mi pelota de pilates. Iza vio la cabecita de Kairós que comenzaba a salir y me animó a tocarla. Cuando la sentí en mis dedos, supe que pronto pasaría todo el dolor y tendría a mi bebé en mis brazos.

Iza me dirigía y yo intentaba hacer lo que me decía. Oía la voz de mi esposo animándome a seguir, diciéndome que nuestro bebé ya casi estaba con nosotros. Después de unos minutos, escuché su llanto. Como pude, quité la pelota y me acosté en la cama para abrazar a mi bebé. Estaba tan feliz de que todo hubiera acabado y de por fin tenerlo conmigo. Mi bebé había nacido. Cuando Iza me dijo que faltaba que naciera la placenta, pensé, claro, tiene que salir. No pensé que literal, sería otro nacimiento. Ya con mi bebé en brazos y con Iza encargándose de todo lo demás, nació también la placenta de Kairós.

Le di pecho justo como había imaginado. Recién nacido, unido a su placenta, en casa, junto a su papá. Su hermano llegó a conocerlo aún con el cordón umbilical unido a su placenta y pudo ver y tocar todo lo que le estuve explicando durante todo el embarazo de la manera más natural.

El cordón lo separamos con el fueguito de una vela y pude tomar un batido con un poco de la placenta para recuperar parte de sus nutrientes. Mariana, la asistente de Iza, me ayudó para recordar la mejor forma de darle el pecho a Kairós y sobre el uso de los aceites esenciales durante la cuarentena. Entre las dos me ayudaron a consolidar mi deseo de traer a mi bebé de mi vientre, al vientre de nuestra casa y nuestra familia, ayudados y rodeados del amor de muchos corazones. 


4 ago 2019

History Shot


Oyeron tocar la puerta, ella corrió a abrir. Desde afuera él la miró, miró hacia adentro. Un saco tirado en el piso, los cigarros regados… la volvió a mirar con ojos tristes. Ella miró el piso, vio su cara y luego su espalda alejándose entre las sombras. Cerró la puerta. Él volvió a quitarle la blusa mientras besaba sus labios con prisa.

2010

8 jun 2015

El sueño....

Martes 26 de mayo
Después de salir a cubrir un evento donde llegaron autoridades federales, sabiéndome embarazada, "caminé por el centro de Xalapa" cargando 2 bolsas pesadas. Se hacía de noche y al pasar justo por la pequeña puerta de la casa de Juan, igual a la situada en Revolución y 20 de noviembre, miré que estaba entreabierta así que decidí entrar. Subí entre los pasillos oscuros hasta casa de Juan, me abrió y nos sentamos a la mesa. Ahí puse un pequeño y circular flan imposible con top de chantillí y una cereza, un pastel circular y otro plato con otro postre que no recuerdo. Le di a escoger a Juan y mientras le preguntaba si tenía tiempo esa noche para platicar o si tendría que levantarse al día siguiente temprano, él devoró el flan imposible dejando sólo un poco del pan de chocolate que estaba hasta abajo. Me dijo que tendría que levantarse temprano, así que tomé mis cosas de regreso por entre los oscuros pasillos hacia la salida y me dirigí a casa.
Bajando las ya lúgubres calles del centro de la ciudad el ambiente se tornaba raro. Me vi en la esquina de Enríquez y Carrillo Puerto. (Infiriendo que había dejado mi carga en casa, además de haberme cambiado "para salir"  con ropa gótica. Unas botas a las rodillas, con plataforma y tacón ancho, un short de latex, un corset, el cabello muy largo y suelto y con un maquillaje que realzaba el rojo de mis labios para hacerlos ver más gruesos)
En esa casa muy antigua donde hoy existe una tienda de ropa justo en esa esquina, había una especie de club underground. A pesar de que el lugar se miraba cerrado, había gente que entraba y salía, gente con el mismo estilo de ropa que yo traía. Entre ellos me encontré a Sara Landa, compañera reportera. Una vez dentro del lugar reconocía con ella a otra chica, no recuerdo quien era en realidad.
En la siguiente escena nos veo como de día entrando a una especie de iglesia católica en la dirección donde está en realidad la sede del PT en Xalapa. Al entrar veo que hay personas que fueron a escuchar misa pero hay más gente vestida como yo, (sigo con la misma ropa "de la noche anterior". Como si esa misa fuera "parte de la fiesta" que se había extendido hasta la mañana del día siguiente).
Mientras busco un lugar, la ceremonia ya ha avanzado. Un señor del servicio de la iglesia pasea a un bebé pequeño en varias hojas de periódico, lo cual me parece extraño y poco higiénico. Pienso que en vez de periódico debe ser una gruesa manta blanca. Miro cómo el bebé intenta moverse entre el periódico y como se va ensuciando sus manitas, sus mejillas y su carita.
El lugar tiene una especie de fuente/altar en medio, por lo que las bancas se acomodan viendo hacia el centro. Yo me siento en el lado izquierdo, las primeras al entrar, y en la banca más cercana al altar, aunque junto a un pilar, el cual me cubre ligeramente. Cuando el señor con el bebé pasa cerca de mí no dudo en tomar al bebé de arriba y comienzo a limpiar su cuerpecito de la tinta de periódico. A nadie se le hace inusual pero me siento observada. Cuando termino lo coloco en el altar, como debería haber hecho el señor que lo paseaba entre la gente, al terminar esa parte de la ceremonia.
Al salir, observo que gente vestida como jerarca de la iglesia católica habla con gente vestida como yo y todos comenzamos a caminar hacia afuera del lugar.
Llego a lo que es "mi casa", que tiene la construcción de la casa de mi abuelita en México. Una puerta pequeña, un pasillo largo y oscuro. Recamaras abajo, una escalera de metal hacia arriba y "mi casa" era donde se encuentra el cuarto de mi abuelita. Justo subiendo las escaleras. Una parte de los escalones son las 2 ventanas y al terminar las escaleras está una puerta que también tiene una cortina. Hay una especie de cuadro-closet donde se guarda la ropa de cama, los manteles, las cosas de planchar y algunos trevejos-recuerdos de mi abuelita (que no le gusta tirar). Después está la puerta real del cuarto y la pieza como tal.
Al atravesar todo ese camino, de noche, comencé a observar que más gente que vestía como yo vivía ahí. Mientras caminaba unos me saludaban y otros me invitaban a seguir "de fiesta". Al rechazar la invitación pensaba que aún con mi atuendo yo era diferente a esas personas. Era como si supiera que ellos estaban metidos en cosas muy fuertes, negativas. No tenía miedo. Pero sabía que yo no era como ellos.
Al llegar cerca de la escalera, uno de ellos, un tipo chico, delgado, moreno, me tomaba del brazo y me hablaba tratando de convencerme para que fuera con él y con los demás a "divertirnos".
De alguna forma empezaron los hechizos. Él comenzó a hacer ademanes y ciertos ruidos para convencerme de ir con él. Yo buscaba energía blanca dentro de mí para neutralizar sus esfuerzos y aunque él comenzó a aumentar de tamaño y a tomar formas de animales grotescos y raros, yo confiada en la luz gritaba y aventaba bolas de luz blanca por la boca y mis manos.
Arrastrando, llegué "a mi casa" y cerré la primera puerta. Él estuvo a punto de entrar porque mi cerradura no era muy buena. Cerré a tiempo y se quedó afuera pero intentó continuar el ataque por las ventanas. Las sellé con otro grito de luz blanca y él se quedó afuera. Al buscar más luz blanca en mi cuerpo para frenar los ataques, a pesar de mi negra vestimenta, recordé que estaba embarazada. De ahí salió más luz blanca para proteger mi casa de ese tipo. Su técnica era una especie de seducción con manipulación para llevarme con él. Al recordarme embarazada supe que era por eso que él me quería. Sabía que él planearía hacer algún ritual conmigo que incluyera el nacimiento del bebé para sus fines oscuros. Nunca tuve miedo. Aún sin saber cómo contrarrestar los esfuerzos de ese tipo que durante los ataques me di cuenta, era el líder de toda la "secta de la ciudad", por lo mismo el más poderoso y fuerte.
Mientras pensaba eso llegó Pepe. Me abrazó y platicamos como si lo demás no existiera. Se recostó en la cama y al mirar por la ventana vi a Sara y a la otra chica que conozco, (no sé si era Jane), como "al servicio" del tipo ese. Había más gente afuera como esperando algo para hacer su parte en algo.
Por alguna razón me acerqué a la primer puerta de mi casa y comencé a hablar con el tipo. Siguió tratando de convencerme de que fuera con él. Yo volví a negarme y se puso violento. Yo seguía detrás de la puerta pero ahora parecía más una reja porque él pudo sacar mis brazos y me jalaba desde ahí. Todo inició con jaloneos pero la magia no se hizo esperar. Comenzó de nuevo sus transformaciones y al cambiar me hacía daño en los brazos. Yo gritaba pero Pepe nunca salió a ayudarme. No dependía de su ayuda, así que usé mi magia, las bolas de luz blanca y confiada salían de mí y terminaron aventando al tipo por el balcón. Al caer supe que había muerto y que todos me culparían de su muerte. Había visto que la mayoría de las personas en la ciudad estaban de su lado y participaban en sus conjuros.
Después de verlo caer miré mis brazos. Estaban llenos de cicatrices, como cortadas de una navaja, también del forcejeo. Me asomé afuera y vi como la gente comenzó a juntarse. Miraban hacia mi casa con odio. Oí que alguien llamó a la policía y que habían mandado a alguien que investigaría los hechos.
Después de un rato, Pepe se despertó y le conté lo que había pasado. Cuando llegó quien haría la investigación para la policía era la otra chica, de la prensa estaba Sara. Le dije a Pepe que harían todo para que fuera a la cárcel. Pensé en levantar una denuncia por acoso porque mis brazos estaban llenos de cicatrices que él me había dejado. Pepe decía que no tendríamos cómo probarlo.
Mientras esas 2 preguntaban cosas a la gente de afuera, escuché que alguien dijo que yo sólo me defendí, ahí supe que todo estaría bien.
"Al día siguiente" salimos a una caminata como si fuera el funeral del tipo pero no había cuerpo, sólo la gente que lo seguía caminaba en una calle que salía a una avenida. Mientras caminábamos, yo iba con Pepe, todos nos miraban. Él me abrazaba pero yo comencé a sentir un poco de temor por la cantidad de gente. Pensé que cada día que pasaba me daba cuenta de que había más personas de las que yo creía apoyando al tipo, ahora muerto, y que toda esa gente iba a querer vengarse de mí.
Mientras avanzábamos, algunos, mujeres, se me acercaban mucho haciendo muecas de hostilidad. Yo las miraba tranquila pensando que si yo había podido derrotar a su líder, que era el más fuerte, ellas no serían una amenaza para mí. Una de ellas se me acercó tanto que me tomó la mano y safó uno de los anillos que yo portaba, uno que estaba cerca de mi uña, de plata y en espiral. Ella se volteó hacia mí y se rió mientras me enseñaba mi anillo que ahora tenía ella. Yo la miré y me reí diciéndole que era un regalo para que ella no se olvidara de lo que había pasado con el tipo. Miré el anillo, me concentré en él y se le resbaló de las manos para caer en su pecho. Era como si se hubiera calentado tanto que le quemó y le dejó tatuada la forma del espiral en el pecho. La chica se miró sollozando. Me miró, gritó y corrió hacia adelante.
No me sentí feliz. Sólo un poco más segura. Pepe seguía abrazándome. Llegamos al final de la calle, donde se encontraba con la avenida y en la esquina, en un camellón nos colocamos todos. Había una especie de puesto de revistas con muy pocos ejemplares de periódicos y publicaciones donde había noticias de más "gente gótica", de política, sociales y otros. Ahí mirábamos las fotos de la boda de Itzia con un tipo con cara de toro, uno de los más peligrosos de la ciudad, pero menos que el líder que yo había matado. Pepe y yo miramos las fotos asombrados de que Itzia fuera parte de esa especie de secta pero de alguna manera hizo sentido. Después llegó María Antonieta del Colectivo por la Paz, con cartulinas pidiendo que no hubiera más muertes y pidiendo castigo a los perpetradores de este último asesinato. Yo pensé en ir a explicarle lo que había pasado, que había sido en defensa propia y pensé en enseñarle mis cicatrices, que seguían ahí, pero Don Carlos me dijo que no lo hiciera. Después vi que alguien más se le acercó a ella y le explicó todo pero no quitó sus cartulinas. Lo que me hizo pensar que ella también estaba en esa secta.
Pepe me seguía abrazando mientras llegaba más gente al lugar. En eso me desperté. Lo primero que hice fue revisarme los brazos para ver si tenía algún signo de forcejeo. Sólo encontré, además de las marcas de la almohada, marcas como si me hubiera enterrado las uñas, sólo que en lugares que sería difícil hacerlo...debajo de los nudillos de la mano derecha y una especie de cadena marcada en la parte de atrás del brazo izquierdo.

22 may 2015

Soy: La respuesta del universo...

Después del Soy, mi vida cambió. Venía buscando ese cambio desde hacía mucho. Me asenté. Respiré. Empiezo a convertirme en ese Soy...
El universo no tardó en responderme...

La historia comienza así...
Era el viernes 27 de marzo de 2015. El jueves en la noche avisaron la suspensión de clases por las lluvias del Frente Frío número 42. Mamá se levantó temprano afortunadamente, y encontró que 7 personas fallecieron por la crecida de un río. Mamá es corresponsal del periódico de circulación nacional El Financiero, entonces mandó esa nota. El jueves había mandado la nota del desafuero del alcalde de Medellín de Bravo, Omar Cruz Reyes, porque la Fiscalía del estado lo acusa de ser el autor intelectual del periodista Moisés Sánchez Cerezo, un caso que mamá siguió de cerca y en las manifestaciones, y que gracias a la red de periodistas que se ha formado, muy rápidamente se volvió internacional. La jefa de mamá había regresado hacía unos días de su permiso de maternidad. El jueves, asumió, pasó por alto la nota del desafuero de un alcalde en alguna parte de Veracruz, pero ese viernes en la mañana, le llamó a mamá para buscar más información al respecto. En esa junta editorial con los demás rubros de El Financiero, el área de televisión acordó llevar el desafuero del alcalde junto con la nota de los 7 muertos y un desaparecido.
Mamá debía entregar el viernes el borrador de su marco teórico para el proyecto de Conacyt de donde aún es becaria, pero no había podido avanzar mucho. Con el viernes libre, pensó en dedicarse todo el día a eso. No contaba con que El Financiero tiene noticieros en televisión cada hora desde las 3 de la tarde y hasta las 9:30 de la noche,  por lo que al menos cada media hora alguien de algún equipo de noticiero o su jefa directa, Tony, llamaban  para alertarla de su entrada con una llamada en vivo, pedir fotos o más detalles de la información.
Escribir el marco teórico de un proyecto no es algo que puedas avanzar en cortes de media hora, por lo que en realidad mamá no pudo hacer nada ese día. Había pensado que se había salvado de entregarlo por la suspensión de clases pero no contaba con que la maestra pidiera que se mandara por correo...
Antes de la supuesta última intervención en el noticiero estelar, el de Alejandro Cacho a las 9 de la noche, mamá vio su nota pero no le llamaron para grabar su voz ni para pasar el reporte en vivo. La narración de su información fue de alguien más y al final, en el crédito sólo escuchó: "con información de corresponsales".
Ya molesta y cansada fue a cenar a casa de Oz mientras le mandaba mensajes a Tony para saber cuánto le pagarían por todo un día de trabajo. Mil pesos fue lo acordado. Cenó y a las 10 de la noche inició el marco teórico. Avanzó lo suficiente como para dejarlo medio formado, pero incompleto. A las 4 de la mañana, con los ojos resecos, pensó en cerrarlos un rato para que recobraran humectación.
Ese sábado 28 de marzo tenía programado un curso de seguridad para periodistas que ofrecía la agrupación Periodistas de a Pie para compañeros que fueron seleccionados de acuerdo a su perfil.
Mamá abrió sus ojos hasta las 7 de la mañana. Corrió a la computadora y trabajó un par de horas para terminar de medio perfilar y dar orden al marco teórico. Decició que llegaría una hora tarde al inicio del curso pero mandaría algo más o menos decente.
Al llegar a la sede del curso mamá corrió por un café para mantenerse alerta. La plática circuló por todos los problemas que hay en las condiciones de trabajo de un reportero en Veracruz. Muy malas en cualquier sentido fue la conclusión. El café no hizo sino alterar el cuerpo de mamá.
"Yo sentía "la nada". Como si pudiera tocar ese espacio en blanco entre las cosas. En el curso jugaba con el espacio entre mi taza y el mantel"...
Cuando se dio el receso para comer en el lugar donde mamá y sus compañeros tomaban el curso, mamá decidió comer rápido para ir a la USBI por libros porque ese era el último día antes de vacaciones y quería aprovechar ese tiempo. En la comida comenzó a sentirse mareada y más alterada. Pensó que con la comida se diluiría el efecto del café, y aunque así fue, ese proceso tardó un rato más.
Salió por un taxi y le llamó a papá para contarle lo que estaba sintiendo. Mamá no sabía lo que pasaba...Llegó a la USBI, recogió los libros que ya tenía marcados y regresó al curso. Al llegar vio la jarra del café...y se sirvió un té.
El curso siguió con  un poco más de tensión entre las personas que asistieron, sobre todo los del sur, pero mamá hizo frente con sus compañeros y terminaron el día con muchas perspectiva.
Al terminar caminó con Normita, quien invitó a mamá al curso, y hablaron de la sesión. El discurso de mamá era algo inusual, giraba más hacia lo que tenían que seguir trabajando y que no debían rendirse. Normita tomó un taxi a su casa y mamá caminó para la suya. Mientras caminaba pensaba que esas oportunidades para trabajar era lo que el universo les ponía enfrente para hacer cambios, para impulsar un nuevo orden de ideas, una sociedad más despierta a partir de la información. Luego pensó en que el mundo estaba atravesando un proceso y que todo caminaba en perfecta armonía. Fue recuperando la sensacion que esa tarde le provocó el café. Sentía cómo al caminar, sus piernas se momvían a través de la nada. Cómo su falda le abría paso entre el espacio en blanco...esa misma falda chiapaneca que después de varios años guardada, por fin le dio permiso de salir a la calle con ella. Pesada y nueva, durante el día aprendió a usarla.
Después de tanta reflexión perfecta y armoniosa llegó a casa. Sintió la necesidad de hablar con Mabel y marcó su número. Mientras calentaba la cena hablaron de muchas cosas. Desde hace mucho tiempo son muy unidas. A pesar de las distancias y los altibajos, se adoran como hermanas. Al finalizar la charla mamá se dispuso a ver un documental acerca del Camino de Santiago y pensó en decirle a papá que antes de diciembre podrían juntar algo de dinero para ir. Años antes, papá y mamá habían hablado de recorrer ese camino juntos. Ese camino que une a México con su país hermano, España, y que va de Santiago Tlatelolco a Santiago Compostela.
Ya era de noche y mamá no había dormido casi nada la noche anterior. El curso continuaría al día siguiente así que mamá si dispuso a dormir. Después de colocarse la playera negra que en ese momento fungía como pijama, mamá fue al baño y se miró al espejo. Desde hacía unos días había estado sintiendo molestias en los pechos. Los sentía hinchados y más sensibles. Al verse en el espejo se levantó en ella una sospecha...con un poco de miedo le escribió a Miriam. Miriam acababa de tener a su bebé. Franco tuvo un baby shower muy bonito al cual asistió mamá, y nació al día siguiente.
-Cómo te enteraste que estabas embarazada?
-Me dolían mucho los pechos y estaban más hinchados...porqué?
-Nomas...por nada...
-Estás embarazada
-No...
-Felicidades!!!
-Nooo!!!
A pesar de haberle explicado a Miriam varias cosas...ella nunca quitó el dedo del renglón. Siempre regañó a mamá para que se cuidara, dejara de tomar cerveza y café para que comenzara a cuidar a bebé aunque aún no tenía prueba física de que existía.
Al día siguiente mamá llegó al curso. Miró la jarra del café. Tomó una taza...y se sirvió un té.
Durante el día pensó que aún no había tiempo suficiente para que tuviera un retraso...pero de ser cierto quería proteger a bebé desde el primer momento...y no pasaría nada si por unos días dejaba de tomar café o licor si fuera por un hermoso bebé.

El periodo de mamá debía llegar entre el 1 y el 5 de abril. Aunque la noche que le escribió a Miriam también le escribió a papá. Al día siguiente lo llamó. Él se quedó callado.
-Qué?
-Nada...
-Dime!!
-No te va a gustar lo que te diga
-Dime!! Es peor que no me digas nada!!
-Pues estoy emocionado!!
-Aún no podemos decir nada. Vamos a esperar que haya un retraso y hacemos una prueba de las caseras.
-Ok.
Papá vivía en Veracruz y mamá en Xalapa.
El primero de abril mamá compró una prueba casera de embarazo y la guardó. El sábado 4 de abril Mabel tendría el segundo temazcal desde su siembra, el 20 de marzo también de 2015, así que mamá tendría que viajar al puerto. Ese sábado papá llegó a casa de los abuelos y encontró sólo a la primita Regina y a mamá. Usaron un rato la guitarra y en un momento mamá se fue a hacer la prueba. Papá y mamá estaban muy nerviosos. Tanto que mamá pensó que pudo haber hecho algo mal durante la prueba y que podría dar un resultado erróneo.

La prueba no tardó NADA en arrojar un resultado positivo… Aun así mamá y papá esperaron el tiempo debido. Miraron la prueba. Se abrazaron.