8 jun 2015

El sueño....

Martes 26 de mayo
Después de salir a cubrir un evento donde llegaron autoridades federales, sabiéndome embarazada, "caminé por el centro de Xalapa" cargando 2 bolsas pesadas. Se hacía de noche y al pasar justo por la pequeña puerta de la casa de Juan, igual a la situada en Revolución y 20 de noviembre, miré que estaba entreabierta así que decidí entrar. Subí entre los pasillos oscuros hasta casa de Juan, me abrió y nos sentamos a la mesa. Ahí puse un pequeño y circular flan imposible con top de chantillí y una cereza, un pastel circular y otro plato con otro postre que no recuerdo. Le di a escoger a Juan y mientras le preguntaba si tenía tiempo esa noche para platicar o si tendría que levantarse al día siguiente temprano, él devoró el flan imposible dejando sólo un poco del pan de chocolate que estaba hasta abajo. Me dijo que tendría que levantarse temprano, así que tomé mis cosas de regreso por entre los oscuros pasillos hacia la salida y me dirigí a casa.
Bajando las ya lúgubres calles del centro de la ciudad el ambiente se tornaba raro. Me vi en la esquina de Enríquez y Carrillo Puerto. (Infiriendo que había dejado mi carga en casa, además de haberme cambiado "para salir"  con ropa gótica. Unas botas a las rodillas, con plataforma y tacón ancho, un short de latex, un corset, el cabello muy largo y suelto y con un maquillaje que realzaba el rojo de mis labios para hacerlos ver más gruesos)
En esa casa muy antigua donde hoy existe una tienda de ropa justo en esa esquina, había una especie de club underground. A pesar de que el lugar se miraba cerrado, había gente que entraba y salía, gente con el mismo estilo de ropa que yo traía. Entre ellos me encontré a Sara Landa, compañera reportera. Una vez dentro del lugar reconocía con ella a otra chica, no recuerdo quien era en realidad.
En la siguiente escena nos veo como de día entrando a una especie de iglesia católica en la dirección donde está en realidad la sede del PT en Xalapa. Al entrar veo que hay personas que fueron a escuchar misa pero hay más gente vestida como yo, (sigo con la misma ropa "de la noche anterior". Como si esa misa fuera "parte de la fiesta" que se había extendido hasta la mañana del día siguiente).
Mientras busco un lugar, la ceremonia ya ha avanzado. Un señor del servicio de la iglesia pasea a un bebé pequeño en varias hojas de periódico, lo cual me parece extraño y poco higiénico. Pienso que en vez de periódico debe ser una gruesa manta blanca. Miro cómo el bebé intenta moverse entre el periódico y como se va ensuciando sus manitas, sus mejillas y su carita.
El lugar tiene una especie de fuente/altar en medio, por lo que las bancas se acomodan viendo hacia el centro. Yo me siento en el lado izquierdo, las primeras al entrar, y en la banca más cercana al altar, aunque junto a un pilar, el cual me cubre ligeramente. Cuando el señor con el bebé pasa cerca de mí no dudo en tomar al bebé de arriba y comienzo a limpiar su cuerpecito de la tinta de periódico. A nadie se le hace inusual pero me siento observada. Cuando termino lo coloco en el altar, como debería haber hecho el señor que lo paseaba entre la gente, al terminar esa parte de la ceremonia.
Al salir, observo que gente vestida como jerarca de la iglesia católica habla con gente vestida como yo y todos comenzamos a caminar hacia afuera del lugar.
Llego a lo que es "mi casa", que tiene la construcción de la casa de mi abuelita en México. Una puerta pequeña, un pasillo largo y oscuro. Recamaras abajo, una escalera de metal hacia arriba y "mi casa" era donde se encuentra el cuarto de mi abuelita. Justo subiendo las escaleras. Una parte de los escalones son las 2 ventanas y al terminar las escaleras está una puerta que también tiene una cortina. Hay una especie de cuadro-closet donde se guarda la ropa de cama, los manteles, las cosas de planchar y algunos trevejos-recuerdos de mi abuelita (que no le gusta tirar). Después está la puerta real del cuarto y la pieza como tal.
Al atravesar todo ese camino, de noche, comencé a observar que más gente que vestía como yo vivía ahí. Mientras caminaba unos me saludaban y otros me invitaban a seguir "de fiesta". Al rechazar la invitación pensaba que aún con mi atuendo yo era diferente a esas personas. Era como si supiera que ellos estaban metidos en cosas muy fuertes, negativas. No tenía miedo. Pero sabía que yo no era como ellos.
Al llegar cerca de la escalera, uno de ellos, un tipo chico, delgado, moreno, me tomaba del brazo y me hablaba tratando de convencerme para que fuera con él y con los demás a "divertirnos".
De alguna forma empezaron los hechizos. Él comenzó a hacer ademanes y ciertos ruidos para convencerme de ir con él. Yo buscaba energía blanca dentro de mí para neutralizar sus esfuerzos y aunque él comenzó a aumentar de tamaño y a tomar formas de animales grotescos y raros, yo confiada en la luz gritaba y aventaba bolas de luz blanca por la boca y mis manos.
Arrastrando, llegué "a mi casa" y cerré la primera puerta. Él estuvo a punto de entrar porque mi cerradura no era muy buena. Cerré a tiempo y se quedó afuera pero intentó continuar el ataque por las ventanas. Las sellé con otro grito de luz blanca y él se quedó afuera. Al buscar más luz blanca en mi cuerpo para frenar los ataques, a pesar de mi negra vestimenta, recordé que estaba embarazada. De ahí salió más luz blanca para proteger mi casa de ese tipo. Su técnica era una especie de seducción con manipulación para llevarme con él. Al recordarme embarazada supe que era por eso que él me quería. Sabía que él planearía hacer algún ritual conmigo que incluyera el nacimiento del bebé para sus fines oscuros. Nunca tuve miedo. Aún sin saber cómo contrarrestar los esfuerzos de ese tipo que durante los ataques me di cuenta, era el líder de toda la "secta de la ciudad", por lo mismo el más poderoso y fuerte.
Mientras pensaba eso llegó Pepe. Me abrazó y platicamos como si lo demás no existiera. Se recostó en la cama y al mirar por la ventana vi a Sara y a la otra chica que conozco, (no sé si era Jane), como "al servicio" del tipo ese. Había más gente afuera como esperando algo para hacer su parte en algo.
Por alguna razón me acerqué a la primer puerta de mi casa y comencé a hablar con el tipo. Siguió tratando de convencerme de que fuera con él. Yo volví a negarme y se puso violento. Yo seguía detrás de la puerta pero ahora parecía más una reja porque él pudo sacar mis brazos y me jalaba desde ahí. Todo inició con jaloneos pero la magia no se hizo esperar. Comenzó de nuevo sus transformaciones y al cambiar me hacía daño en los brazos. Yo gritaba pero Pepe nunca salió a ayudarme. No dependía de su ayuda, así que usé mi magia, las bolas de luz blanca y confiada salían de mí y terminaron aventando al tipo por el balcón. Al caer supe que había muerto y que todos me culparían de su muerte. Había visto que la mayoría de las personas en la ciudad estaban de su lado y participaban en sus conjuros.
Después de verlo caer miré mis brazos. Estaban llenos de cicatrices, como cortadas de una navaja, también del forcejeo. Me asomé afuera y vi como la gente comenzó a juntarse. Miraban hacia mi casa con odio. Oí que alguien llamó a la policía y que habían mandado a alguien que investigaría los hechos.
Después de un rato, Pepe se despertó y le conté lo que había pasado. Cuando llegó quien haría la investigación para la policía era la otra chica, de la prensa estaba Sara. Le dije a Pepe que harían todo para que fuera a la cárcel. Pensé en levantar una denuncia por acoso porque mis brazos estaban llenos de cicatrices que él me había dejado. Pepe decía que no tendríamos cómo probarlo.
Mientras esas 2 preguntaban cosas a la gente de afuera, escuché que alguien dijo que yo sólo me defendí, ahí supe que todo estaría bien.
"Al día siguiente" salimos a una caminata como si fuera el funeral del tipo pero no había cuerpo, sólo la gente que lo seguía caminaba en una calle que salía a una avenida. Mientras caminábamos, yo iba con Pepe, todos nos miraban. Él me abrazaba pero yo comencé a sentir un poco de temor por la cantidad de gente. Pensé que cada día que pasaba me daba cuenta de que había más personas de las que yo creía apoyando al tipo, ahora muerto, y que toda esa gente iba a querer vengarse de mí.
Mientras avanzábamos, algunos, mujeres, se me acercaban mucho haciendo muecas de hostilidad. Yo las miraba tranquila pensando que si yo había podido derrotar a su líder, que era el más fuerte, ellas no serían una amenaza para mí. Una de ellas se me acercó tanto que me tomó la mano y safó uno de los anillos que yo portaba, uno que estaba cerca de mi uña, de plata y en espiral. Ella se volteó hacia mí y se rió mientras me enseñaba mi anillo que ahora tenía ella. Yo la miré y me reí diciéndole que era un regalo para que ella no se olvidara de lo que había pasado con el tipo. Miré el anillo, me concentré en él y se le resbaló de las manos para caer en su pecho. Era como si se hubiera calentado tanto que le quemó y le dejó tatuada la forma del espiral en el pecho. La chica se miró sollozando. Me miró, gritó y corrió hacia adelante.
No me sentí feliz. Sólo un poco más segura. Pepe seguía abrazándome. Llegamos al final de la calle, donde se encontraba con la avenida y en la esquina, en un camellón nos colocamos todos. Había una especie de puesto de revistas con muy pocos ejemplares de periódicos y publicaciones donde había noticias de más "gente gótica", de política, sociales y otros. Ahí mirábamos las fotos de la boda de Itzia con un tipo con cara de toro, uno de los más peligrosos de la ciudad, pero menos que el líder que yo había matado. Pepe y yo miramos las fotos asombrados de que Itzia fuera parte de esa especie de secta pero de alguna manera hizo sentido. Después llegó María Antonieta del Colectivo por la Paz, con cartulinas pidiendo que no hubiera más muertes y pidiendo castigo a los perpetradores de este último asesinato. Yo pensé en ir a explicarle lo que había pasado, que había sido en defensa propia y pensé en enseñarle mis cicatrices, que seguían ahí, pero Don Carlos me dijo que no lo hiciera. Después vi que alguien más se le acercó a ella y le explicó todo pero no quitó sus cartulinas. Lo que me hizo pensar que ella también estaba en esa secta.
Pepe me seguía abrazando mientras llegaba más gente al lugar. En eso me desperté. Lo primero que hice fue revisarme los brazos para ver si tenía algún signo de forcejeo. Sólo encontré, además de las marcas de la almohada, marcas como si me hubiera enterrado las uñas, sólo que en lugares que sería difícil hacerlo...debajo de los nudillos de la mano derecha y una especie de cadena marcada en la parte de atrás del brazo izquierdo.