23 jun 2013

En el medio... Horrible medio...

No me gusta trabajar los domingos. Y no porque sea un día típico de descanso o por haber trasnochado el sábado. 
La gente que llena los eventos a cubrir el domingo es más de esa a la que no le hablo. De la que no me habla. De la que escucho hablar y los dejo proyectar su verdadero ser a través de sus propias palabras, frases creadas, preocupaciones falsas, ajeno sentido de comunidad.
Trabajar los domingos es pasar de nuevo el trago amargo de recordar en donde estoy. De ratificar el campo minado que me rodea esperando un movimiento en falso para detonar sus esquirlas de egoismo y clara deshumanización (a pesar de la consciencia hablando de lo serio del problema de la inseguridad).
Deseo que quienes permanezcan ahí pronto abran sus ojos. Porque el problema del domingo no radica en las 4 horas de evita palabra o colocarme el traje de la antisocialidad que siempre visto, sino que en manos de esas personas se encuentra la opinión de muchos otros que ven lo ue nosostros sí, causando un daño irreparable de manera diaria.
Estos domingos se acabarán (gracias al poder del universo) pero ellos seguirán arruinando la opinión de un pueblo que merece más de lo que esta gente ofrece cual limosna periodística.