15 ago 2014

Usted

Usted es como el universo. Cuando lo miras de cerca observas cosas bellísimas. Tanto que te roban el aliento y te quedas ahí, prendado de su belleza, de su movimiento, de su naturaleza. Y puedes pasar eternidades mirando esas increíbles cosas olvidando que son solo una pequeña parte del gran universo.
Para mirarla a usted y conocerla hay que tomar distancia. Para mirarla toda. Para comprenderla. Para admirar cada una de todas sus bellas partes. Por separado, juntas, conformándola a usted.
Y al tomar distancia y no sentir su piel ni tener el estímulo de su olor impregnando mi respiración uno se vuelve racional. Y comienza a pensar en las cosas terrenales, en el tiempo, en los proyectos, en los objetivos. Y en cumplirlos y en cómo hacer para mantener los que se han planteado desde hace tiempo. Así uno va tomando resoluciones: reducir el tiempo del placer, correr, dormir temprano. Leer el doble, más rápido. Escribir mucho, de todo.
En la mente todo es tan sencillo. Objetivos perfectamente alcanzables. Sinceros. Es lo que debo hacer, uno se asegura.
El siguiente paso es comunicar lo decidido. Hoy la miraré. Hoy lo anunciaré, uno se convence.
Entonces llega el momento, usted llega con todo su universo vistiéndola cual capa protectora contra el mundo. Ataviada con los perfectos accesorios de sus ojos a juego con su sonrisa. Luciendo su cabello negro, estallado de brillo y caricias. Perfumada con el olor de la perfección, de la sensibilidad, de la humanidad.
Aterriza en mis labios esfumando cualquier esquema mental bien construido y cimentado, desvaneciendo el plan, la intención, las decisiones.
Cuando deja ver su universo caminando por ahí, los planes de la mente no logran ser atrapados en el discurso que sus oídos escucharán. Simplemente no caben porque son de un lenguaje diferente al que hablamos cuando nos miramos.
Apelo a la belleza de sus ojos para que contagie estas palabras y de forma sutil nos sirvan de puente entre mi caótica mente y su hermoso ser.
Hoy le entrego mi corazón. Caótico, en construcción. Una obra negra que hubiera deseado que usted la hubiera encontrado lista y confortable para habitarla sin problemas.
El caos no lo permitió. El mismo caos que aun me desequilibra y me arroja a los extremos de todo. Hoy le ofrezco quererla. Hoy le ofrezco todo lo que hoy le puedo brindar.
No sé si la libertad que usted ha mirado sea cierta o solo un espejismo que me ha consumido, pero es lo que me hace diferente, inestable.
Por eso hoy solo le puedo ofrecer el hoy.
Si usted decide aceptar mis posibles derrumbes y huidas, mis quiebres y mi oscuridad, me hará feliz y yo le prometo buscar la forma de compartir esa felicidad con usted para volar a la par.
Mañana, cuando vuelva a encontrarse con estas palabras recuerde lo que le he dicho. El hoy es nuestro, si usted así lo quiere.